76  LAICIDAD EN EL SIGLO XXI  —


(GRAN ORIENTE LATINOAMERICANO  —  POTENCIA SIMBÓLICA SOBERANA)


     El tema  propuesto en el seno de la COMAM es de actualidad y pertinencia para todas las escuelas iniciáticas, y el GOLA  —Obediencia que se basa en principios laicos y adogmáticos [1]—  suma sus esfuerzos participando con responsabilidad y entusiasmo, contribuyendo para que todas las ideas puedan expresarse libremente. Esperamos que pueda desarrollarse entre todos un debate abierto, profundo, fraterno, sostenido en el tiempo, que nos permita comprender mejor el mundo y al ser humano en sus complejidades, y así poder actuar colectivamente como una poderosa fuerza de cambio, generando respuestas integradoras a los desafíos que la Humanidad hoy tiene planteados.

     Abordar este tema en una asamblea masónica, nos lleva a reconocer que nuestra Orden tiene un enorme bagaje de experiencias en nuestras diversas sociedades, para sistematizar y evaluar, para identificar con claridad y serenidad, lo que hemos de rescatar y reafirmar, lo que hemos de cambiar o mejorar. Debemos hacerlo con la mente y el corazón abiertos, con responsabilidad y sentido común,  procurando extraer las enseñanzas de estos dos siglos de experiencia, preguntándonos cuales son los valores prioritarios  de la laicidad del siglo XXI.

     Nuevas realidades del continente americano nos cuestionan y comprometen a introducir en el enfoque de la laicidad aspectos que, al profundizarlos, muestran que hacen a su esencia misma, como por ejemplo: la existencia de millones de americanos que reciben una educación deficiente, no tienen trabajo, sus ingresos son muy bajos, siguen marginados y en situación de pobreza; existen dificultades de convivencia e integración en dignidad de todas las comunidades, etnias y culturas del continente; en la equidad de género y la igualdad de oportunidades para todos; el respeto y la aceptación del diferente; etc..


LAICIDAD, ESTADO Y UNIVERSALIDAD

     El laicismo ha sido definido como una corriente de pensamiento, un movimiento de individuos "laicistas" que procuran independizar todos los servicios públicos, en especial los educativos, de toda influencia dogmática. El Estado republicano es laico, y por eso es de todos, sin exclusiones. Al proponer ser neutral, resiste la presión de grupos religiosos, económicos, ideológicos o de cualquier otro tipo, y no beneficia a ningún grupo particular. Pero ello no quiere decir que esté vacío de valores. Al contrario, se inspira y se apoya en los valores más universales del ser humano, posibilitando unir con justicia sobre el respeto de las diferencias, organizando la convivencia pacifica y fraternal entre los individuos de una sociedad, intenta integrar los aspectos sutiles, intangibles, espirituales, sin dogmas. Logra unir a todos, respetando las creencias de cada uno, sin favorecer ni perjudicar a ninguno. Mencionar la laicidad del Estado, implica diferenciar con claridad entre la esfera pública, que siempre es de todos y neutral, y la esfera privada, en la se expresan libremente todas las opciones, espirituales, religiosas, ideológicas.

     La laicidad está impregnada desde sus orígenes por valores republicanos y humanistas, en armonía con la Declaración de Derechos Humanos, y por eso las instituciones laicas defienden las libertades individuales y colectivas de todos los hombres y mujeres, sin distinciones de etnia, género, nacionalidad, ideología, religión; promueve la solidaridad, la justicia, la equidad, la igualdad, en todos los planos de las actividades humanas y promueve la fraternidad y la convivencia pacífica entre todos los seres humanos. La laicidad defiende la igualdad natural de los seres humanos, y el potencial de inteligencia y aprendizaje, de crecimiento y evolución común para todos, respetando las potencialidades y tiempos de cada uno. Se opone a la imposición de una creencia o un dogma, a una verdad revelada que obligue a aceptarla por la fuerza. Por ello la laicidad, desde hace más de dos siglos, es una actitud positiva y progresista ante la vida y las relaciones humanas.

     La laicidad nace en las luchas sociales con vocación de libertad y universalidad, apoyada en el desarrollo del pensamiento científico, como vía para conocer cada vez más profundamente los misterios de la vida y del ser humano, pero también apoyada en la plena vigencia y desarrollo de los Derechos Humanos y del estado de derecho. La laicidad se basa en la libertad absoluta de conciencia e igualdad (política, jurídica, simbólica, espiritual) entre todos los individuos de una sociedad. La libertad absoluta de conciencia es una dimensión originaria del ser humano, que aspira a cultivar y a vivenciar, un derecho natural que al utilizarlo, lo dignifica, y donde se proyectan las potencialidades más nobles y sublimes de la Humanidad.


EDUCACIÓN Y LAICIDAD

     La escuela pública, como institución educativa moderna, sigue desempeñando la función de integración social, favoreciendo la inserción de todos los grupos diferentes en un todo, pero poniendo en relieve nuevos valores y redimensionando otros, para que cada ser humano pueda encontrar sus propias vías para superar las contingencias del contexto histórico social, y ser sujeto conciente y activo con plenitud de derechos.

     En nuestras sociedades, que arrastran del pasado tantas desigualdades sociales, tantas injusticias e ignorancias, propiciadas por el descontrol del ego, el Estado debe garantizar el acceso efectivo de todos los niños, adolescentes y jóvenes a una educación de calidad, como un mecanismo que contribuye para que los grupos sociales más pobres, logren superar sus condiciones de reproducción de la situación social.

     Históricamente, se ha definido que la escuela laica se ubica en una posición neutra frente a los temas conflictivos, como por ejemplo la existencia de Dios, de algo llamado alma o espíritu, sobre qué pasa después de la muerte, etc.. Mientras en algunas sociedades la escuela pública logra un acercamiento a la antigua propuesta de Condorcet [1], en otras aun está por lograrse la separación del Estado y de la Iglesia. En unas y otras, los educadores tienen dificultades para encontrar el equilibrio, para enseñar desde la neutralidad que exige la laicidad, y asumen posturas sesgadas, confusas, parciales, cargadas con ideas y sentimientos que inevitablemente influyen en sus alumnos. José Ingenieros alertaba ya hace tiempo sobre el tema: "Deben ser rigurosamente excluidas de la dirección educacional todas las influencias políticas y dogmáticas. Las primeras corrompen la moral de los educadores y rebajan el nivel de la enseñanza; las segundas conspiran contra la libertad de pensar y tienden a invadir el fuero de la conciencia individual."


EDUCACIÓN INTEGRAL PARA TODOS

     El GOLA promueve una laicidad basada en valores universales, trascendentales, sobre los cuales vale la pena discutir y buscar un consenso entre todos, vivenciándolos y luchando por ellos. Implica aceptar como punto de partida el principio de tolerancia, el respeto por el otro, la equidad de género, la existencia de una pluralidad de formas de ver y concebir el Universo, el Ser Humano y la Vida. En ese sentido, propone una educación integral para todos, con educadores que asuman un comportamiento ético, comprometidos para lograr el buen desarrollo de las conciencias de todos sus alumnos, para que todos puedan ser ciudadanos naturalmente críticos, participativos, conscientes y sensibles a su entorno. Una educación se llama integral cuando es capaz de potenciar el desarrollo de una dimensión intelectual, sin duda fundamental en cada individuo, y educar integralmente en la dimensión física, emocional y espiritual para lograr seres humanos completos, que se reconocen en su unidad, construyendo valores, actitudes y comportamientos adecuados a una sociedad democrática, multiétnica y multicultural, cada vez más humanizada y humanista. Trabajar en pulir la piedra bruta significa dedicar ese tiempo valioso en conocer nuestra personalidad y nuestro ego, liberando los nudos de la apariencia.

     La educación integral no impone una opción espiritual, pero tampoco debe cuestionar per se la pertinencia de tal opción a nivel privado. Las luchas por las libertades en muchas sociedades ha llevado a posturas radicales, que con el tiempo se han vuelto algo rígidas, y que hoy debemos revisar y corregir si es necesario y posible. Se entiende que en una sociedad encorsetada por la religión dominante, o en aquellas donde alguna religión persigue favoritismos del Estado, la conquista de la libertad de conciencia puede requerir duros enfrentamientos, y ello explica la vigencia de un racionalismo exacerbado y una laicidad cargada de un excesivo anticlericalismo.

     La educación integral avalada por el Estado laico se dirige a todos por igual, creyentes y no creyentes: todos tienen la posibilidad de recibirla y hacerla suya. Promueve la libertad absoluta de conciencia, el amor por la verdad y la justicia, rechazando cualquier tipo de proselitismo, amiguismo o favoritismo. Esta libertad, faculta para conocer, discernir y elegir, entre distintas opciones espirituales o ideológicas. Laicidad que garantiza una igualdad en el reconocimiento de las opciones espirituales, excluyendo todo tipo de privilegio de cualquiera de ellas; igualdad en el respeto profundo a los individuos, que tienen el sagrado derecho de crear y expresar sus propias cosmovisiones sin ningún tipo de coacción. Todas las creencias a su vez, están sujetas por igual a las dinámicas del intercambio y confrontación que reinan en las sociedades. Si vivimos así, se abre el corazón en unidad con la conciencia y estamos en posibilidad de producir los cambios tan anhelados.


COMPRENDER LA NATURALEZA

     Lamentablemente, aun persiste la confusión entre religión y espiritualidad, incluso en ámbitos masónicos, y esta confusión impide desarrollar una visión más clara y precisa de las necesidades y vivencias de lo seres humanos. Debemos apelar al conocimiento científico y a nuestros valores universales para comprender en su esencia la naturaleza humana. Una elevadísima parte de la sociedad tiene expectativas y vivencias en el plano espiritual y no necesariamente por ello se pliegan a una religión concreta. Al contrario, al día de hoy, son muchos los que promueven y buscan una espiritualidad laica, una práctica espiritual basada en valores laicos, y en la medida que es una práctica privada, todos merecen nuestro respeto.

     La educación integral en la escuela pública brinda a cada niño, adolescente o joven la posibilidad de entender lo que es el ser humano en su diversidad y unidad. Edgar Morin dice que cada uno de nosotros somos parte del cosmos, pero también llevamos el cosmos en nosotros, somos singulares y, al mismo tiempo, tenemos casi la totalidad de la información del conjunto. Desde esta visión la célula tiene toda la información y componentes bioquímicos del Universo (vegetal, mineral, agua, viento, tierra, luz) para saber que somos uno más en diversidad. Así, la laicidad se vuelve más activa e integradora, permite visualizar la institución educativa como una oportunidad para habilitar e integrar espacios, procesos y prácticas cotidianas de participación entre los diversos actores que están en juego.

     La institución educativa debe potenciar su rol de mediación positiva de conflictos, de garante de la participación en la construcción de normas colectivas, contribuyendo a generar un adecuado clima educativo. Si los alumnos deben aprender las reglas que indican lo que hay que hacer y el cómo hacerlo, es mejor explicar los porqué, para que puedan interiorizar las razones que la motivan, para rescatar el sentido pedagógico que toda normativa debe tener. El rol de la escuela laica es en la práctica ayudar a que cada alumno realice sus propias potencialidades que trae en forma embrionaria y natural como miembro de la especie (creatividad, espontaneidad, conciencia propia, autenticidad, preocupación por otros y anhelo de la verdad). Educar en la diversidad también implica incorporar la sabiduría ancestral de los pueblos americanos en los programas de estudio, que aun mantienen un fuerte componente europeísta.


LA PLATAFORMA DE LA UNESCO

     Recibimos con agrado, las propuestas realizadas en la cuadragésima sexta reunión de la UNESCO, sobre las necesidades educativas a desarrollar en este tiempo, pues constituyen una plataforma acorde con los principios de la laicidad y van en el mismo sentido de una educación integral. Implican el desarrollo de diversas capacidades, en la escuela, en la familia y en todo ámbito de la vida, como por ejemplo: la capacidad para hacer frente a los cambios rápidos generados por la misma actividad humana; convertirse en ciudadano mediante la participación; defender y favorecer los derechos humanos; fortalecer una identidad basada en las mejores tradiciones; acceder a una diversidad lingüística en el respeto de la diversidad cultural; acceder a los conocimientos y al saber hacer valorando las repercusiones de los avances científicos; acceder y utilizar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

     Existen muchas actividades, tareas u objetivos a desarrollar en los ámbitos educativos. Por ejemplo: crear las condiciones institucionales para incorporar gradualmente al alumno como sujeto con derechos y responsabilidades. Promover valores de respeto a la individualidad y a la diferencia, de tolerancia y respeto del otro, de solidaridad, potenciar  la identidad generacional, la igualdad de género. Garantizar una educación básica que posibilite las competencias apropiadas para manejar los sistemas de códigos, de  comunicación, de análisis de la información sobre el mundo.

     Señala Edgar Morin que es necesario educar a niños y jóvenes a pensar por si mismos, a no esperar solo certezas como resultados del esfuerzo, educar también a manejar las incertidumbres, porque hoy aprenden en un mundo lleno de incertidumbres; enseñar en qué consiste el conocimiento (precisamente lo que conlleva el riesgo de error y de ilusión), y en qué consiste el conocimiento pertinente, pues no basta con tener informaciones acumuladas, también hay que saber organizarlas y situarlas en un contexto. El poeta Eliot se refirió al conocimiento que perdemos en la información y preguntó, además, cuál es la sabiduría que perdemos en el conocimiento. Por eso leer, cultivarse o instruirse no es suficiente. Centrarnos en el polo racional (medio hemisferio del cerebro) como fundamento del laicismo limita al ser y  no integra los aspectos biológicos que constituyen el cuerpo humano: en el otro medio hemisferio funciona la percepción, creatividad e intuición.


LAICIDAD Y MASONERÍA

     Educar en laicidad implica resaltar la significación de las virtudes, cultivar la coherencia entre el discurso y la práctica, entre lo que se dice y lo que se hace. Existen varias formas de encarar el tema de la enseñanza y el aprendizaje de valores, pero no hay nada mejor para enseñar la solidaridad que ser solidario, nada mejor para educar en la tolerancia que ser tolerante, nada mejor para mostrar la fraternidad que ser fraterno cada día.

     El GOLA es una potencia progresista, capaz de visualizar al ser humano en su integralidad y unidad, reconociendo a hombres y mujeres su capacidad de perfeccionarse, relacionando todos los planos o niveles de su existencia (físico, energético, afectivo, mental, espiritual). La laicidad ha sido, es y debe seguir siendo una fuerza liberadora del pensamiento creativo. Como principio fundado en valores republicanos y humanistas, que promueve la evolución del ser humano y de las sociedades, debe ser siempre un centro integrador de lo diverso, el lugar de convivencia creadora de la pluralidad, la permanente búsqueda de espacios compartidos que deben construirse y reconstruirse con voluntad y conciencia. La laicidad como instrumento para elevar la perspectiva de la vida en todas las dimensiones: regiones, culturas, etnias, religiones o ideologías políticas.

     La laicidad de hoy es unir lo diverso, integrar las múltiples manifestaciones de la diversidad. Esa diversidad es en sí misma una riqueza y un potencial para ser uno (Kibalión). La laicidad que el GOLA practica activamente al aceptar en su seno creyentes y ateos, al no hacer distinciones de género, nacionalidad, etnia u opciones políticas, es un medio que tiene para que sus integrantes asuman el concepto y lo lleven al mundo profano. La Masonería nos posibilita la educación permanente para la vida: nos instruye, perfecciona las fallas de herencia y ayuda a transformarnos a nosotros mismos, para poder ser así un faro de luz en la sociedad en que vivimos.

     Los países de América tienen un destino común, un destino de Patria Grande, de unión en la diversidad, a través de procesos de integración política, sociocultural y económica, con un lugar digno y fraterno para todas sus comunidades y pueblos. Es en este compromiso Masónico que cada Hermano y cada Hermana debe trabajar para desarrollar este nuevo concepto de laicidad que, recogiendo las esencias liberadoras de las concepciones provenientes de siglos anteriores, contribuya para que nuestras sociedades ingresen en plenitud en este Nuevo Siglo.


FUENTE:  Consejo de la Orden Gran Oriente Latinoamericano  —  Oriente de Montevideo, 7 de febrero de 2006 (e. v.)


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NOTAS DE MAESTRO MASÓN :

[1] El "adogmatismo" es un invento francés, y más concretamente del Grand Orien de France (GOF). Lo utilizan tan vehementemente que paradójicamente lo convierten en dogma, que era lo que querían combatir...

[2] Decía Condorcet al respecto en 1791: "La Constitución, al reconocer el derecho que tiene cada individuo a elegir su culto, y al establecer una completa igualdad entre los habitantes de Francia, no puede permitir en la instrucción pública una enseñanza que, al ser rechazada por una parte de los ciudadanos, destruya la igualdad de las ventajas sociales y dé a determinados dogmas particulares una superioridad contraria a la libertad de opiniones. Es, pues, rigurosamente necesario separar de la moral los principios de toda religión particular y no admitir en la instrucción pública la enseñanza de ningún culto religioso. Cada uno de ellos deberá ser enseñado en los templos por sus propios ministros. Los padres, cualquiera que sea su opinión sobre la necesidad de tal o cual religión, podrán entonces, sin repugnancia, enviar a sus hijos a los establecimientos nacionales, y el poder público no habrá usurpado los derechos de la consciencia bajo el pretexto de ilustrarla".

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